Sarah Logan, quien es desde hace cinco años la prestigiosa corresponsal del New York Times en España, ha escrito un artículo sobre el P.O. que aparecerá mañana domingo en el N.Y.T Magazine.
Nota del traductor: los elementos en español en el artículo original, aparecen en cursiva en la traducción.
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Cantabria es una región del norte del país que limita con la Confederación Vasca (sic). Fue uno de los territorios que aguantaron el asedio de los moros durante la antigua guerrilla. Aquellos habitantes encarnan muy bien el espíritu de Cervantes luchando contra los molinos de viento. Son tan rebeldes los cántabros que ningún príncipe de Venecia llegó a gobernar esta montañosa región de forma efectiva.
Lo primero que sorprende a esta periodista extranjera al bajarse de la diligencia que la trae desde Madrid es que los bandoleros no son aquí tan numerosos ni tan patilludos como en el Sur de España.
Santander, la marinera ciudad capital del Estado Cántabro, fue fundada en honor al santo del que lleva el nombre. Santo a quien los habitantes de la pintoresca ciudad rezan a todas horas, llenos de temerosa superstición, pidiendo protección. Esta periodista también reza a Tander, fingiendo incluso devoción, por seguir las costumbres del pueblo y no enfadar al español, quien, aún con vestigios en su alma de la inquisición, no tolera lo herético.
De camino a la cantina donde encontraremos al fundador del nuevo partido, vemos pintorescas muestras de humanos caracteres: toreros que van a su trabajo vestidos de traje de luces, decenas de cantaoras bailando flamenco en medio de la calle para pedir limosna. La periodista les echa una moneda de cinco pesos en la manta de las limosnas, y una de ellas le sonríe y hace sonar alegremente las castanuelas.
-¿Qué vaya a tomar, gringa?- le pregunta un atractivo y sonriente camarero gitano a la periodista, en la cantina donde encontraremos al líder del Partido Onanista.
-uno manzanilla, ¡y olé!- respondo alegremente, haciendo el gesto de las castanuelas, que es como se piden las cosas en este pintoresco país.
La mayoría de españolas todavía guardan el oscuro pudor de la época de la inquisición de Franco, y no ven el sexo de forma natural. Por eso los machos españoles se alegran enormemente cuando ven a una atractiva y receptiva gringa como la periodista. De camino a la cantina el Matador, donde me encontraría con Manuel Machuca, tuve cinco 'affaires' con otros tantos hermosos gitanos. El camarero, o yo no sé nada de los españoles, o también me propuso sexo con un guiño. Pero hube de resistir la tentación de amar a aquel adonis latino, porque pronto llegaría mi entrevistado. Mientras llegaba, Lupita, la dueña de la cantina, me leyó las manos y me auguró un futuro delicioso con uno esposo gitano.
La política española es difícil de entender: dos son los partidos principales, el Partido Laborista, presidido por José Luis Zapatero, que se ha convertido en el nuevo ¡viva Zapata! europeo y se hizo famoso a nivel mundial por quemar banderas estadounidenses cuando estaba en la oposición. El rival partido de José María Rajoy, partidario de la Alianza con Estados Unidos y del absolutismo del rey de España, su majestad Juan Carlos Aznar.
Otros partidos no tan importantes defienden a ultranza al Estado al que pertenecen, combatiendo al resto, aunque sin llegar nunca a declarar la guerra abiertamente a los restantes. El fantasma de la Guerrilla que retratara Hemingway en 'Por Quién Doblan las Campanas' aún está demasiado cercano como para iniciar nuevas guerras entre republicanos y laboristas (el laborismo sería el equivalente demócrata en nuestro país).
Al final esta periodista no pudo resistir la tentación de irse con el camarero. Luego llamé a Machuca para disculparme y concertar otra entrevista para otro día. Será en otro artículo.
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imágenes: 1, foto de Sarah Logan descansando en uno de los bancos de la capital cántabra; 2, un camarero español regalando flores a las extranjeras; 3, una española rezando a la Virgen María.
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© Sarah Logan – N.Y. Times.
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2 comentarios:
Para que luego digan que no existe el periodismo veraz y profesional.
Y que lo digas, Sintagma. miss Logan se ha empapado de lo nuestro como pocos extranjeros, y tiene uno de los enfoques más lúcidos que sobre la política española actual hay. Y, lo mejor de todo, ha logrado separarse de ese obtuso y miope punto de vista yanqui que ni sabe ni intenta aprender nada más allá de tontos tópicos sobre todo lo que no sean los Estados Unidos de América.
Y además lleva faldas muy cortas.
Un saludo.
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