miércoles, 27 de julio de 2011

ENTREVISTA A CHARLES J. BAKER, INVENTOR DEL PORNO.

Manuel Machuca viaja, en su último libro, a Minnesota ( “Minisota” ó “sota pequeña”, en sioux, de una sota de oros que tenían los indios de aquellas tierras, y que la usaban para pintar, porque en la brisca de los sioux siempre pintan oros), y entrevista a un anciano y decrépito, Charles J. Baker, considerado por muchos como inventor del porno. Este artículo, escrito por el propio Machuca, es un extracto de una de las muchas entrevistas que mantuvieron.
***
En una de esas granjas que salen en las pinículas y que te muestran el molinejo de viento dando vueltas antes de que la nave espacial aterrice, encuentro a Mr. Baker. Está batiendo la mantequilla para hacer una de las tradicionales quesadas de aquel Estado.
-Hola, Mr. Baker. ¿Cómo andamos hoy?
-¡Otra vez usted! ¡Martha, llama a los policías rurales esos que salen en las películas, que son unos chulos con sombrero de ala ancha y gafas de sol, y que los acaban comiendo los extraterrestres!
-No, no se alarme, ya me voy pronto, sólo quiero hacerle dos preguntas…
-Y dale con las preguntas…
-Si le parece, tenemos 10 minutos antes de que llegue la policía, y tengo aquí anotado dónde lo habíamos dejado anteayer…
-Alcánceme esa escopeta que tengo ahí apoyada junto a la mecedora del porche…
-No, no, espere… mire, si son dos preguntas nada más y me voy, en serio.
-A ver, diga…
-Estábamos a mediados de los cincuenta. Usted admiraba mucho a Chester McAlister, de Nueva Hampshire, que veinte años antes había descubierto cómo hacer el amor.
-No, no… Está equivocado usted. Sí, yo admiraba a ese hombre, pero la expresión “hacer el amor” ya estaba inventada, aunque entonces la gente llamase a eso al acto cogerse de las manos y sonreírse mutuamente. McAlister inventó la fornicación. Aquello escandalizó mucho a la sociedad de la época. Chester acabó en prisión. Le acusaban de vender periódicos sucios a las carnicerías. ¿Imagina usted, un periódico en el que ha dormido un perro envolviendo un filete?. Así que le enchironaron. Hasta que vino un abogado muy listo de la Gran Manzana y consiguió su libertad. McAlister tuvo que aceptar como condición una lobotomía de nada.
-Vaya cambio, ¿no? Un salto enorme en el mundo de las sensaciones… la gente pasa de cogerse las manos a…
-Sí, intentaron callarlo, pero se expandió como la pólvora, como se expanden las ideas lúcidas. Lo extraño es lo otro, cómo pudieron pasar 6 milenios desde el origen del mundo sin que nadie encontrase ese uso a los cuerpos.
-Y usted, inspirándose en él, da una vuelta de tuerca, ¿no?
-Sí, en él y en un compatriota suyo, Juan Palomo, que había inventado algo parecido a lo que hoy conocemos como masturbación tras observar a unos bonobos en un zoo. Yo me dije, “¿eh, puedo utilizar la invención del viejo McAlister y aplicarla de alguna forma al método de Palomo". Y así fue. Tenía una vieja Kodak de los años cuarenta, y les pagué ocho dólares a una pareja de vagabundos para que accedieran a captarles mientras hacían un McAlister 23 y un Mc37. Fue rudimentario y sucio, pero resultó. Lo demás es historia… ¡Ah, perfecto, señores policías, ya han llegado, denle fuerte, denle, así me gusta, sin preguntar primero!
(Policía): Caramba, señor Baker, qué feo es el extraterrestre que se la ha colado en la granja esta vez.. no se preocupe, nosotros le daremos de lo lindo.
-¡¡Dalde, muchachos, dalde!! ¡¡Y os premiaré con dos quesadas a cada uno!!

1 comentario:

Desbozador de F. dijo...

Querido y estimado líder:
ya iba siendo hora de que se acordara usted de Juan Palomo, ese prohombre con el que la historia ha sido tan cruel, injusta y olvidadiza... en el fondo creo que usted y él tienen muchas cosas en común, aparte de la cierta y evidente afición a los "yomelosguisoyomelos...", clarostá!
Reciba usted un cordial botijo.